El Puente de Carlos une ambas orillas del Moldava ya desde el ano 1357 siendo una parte inseparable del impresionante panorama praguense. La piedra angular fue colocada por el emperador Carlos IV, y aunque el puente ha sido expuesto muchas veces a las adversidades del destino, sigue existiendo hasta el día de hoy. Sucesivamente se han instalado ahí varias esculturas. Excepto la estatua de bronce de San Juan Nepomuceno, las demás 29 obras de importantes santos son de piedra. Gracias a ellas el puente praguense más antiguo se convirtió en una construcción única y sin par a nivel mundial y no debería perdérselo ningún visitante de Praga.